Una de las glorias que el Señor le permite al hombre es que le conozcamos, pero no de conocerle de sólo saber quién es sino saber cómo es Él. Hace un poco tiempo una pastora querida en nuestra iglesia nos enseñaba que hay una pequeña gran diferencia entre conocer de Dios y conocer a Dios.   El conocerle fomenta nuestra identidad, y esa se forja en el conocimiento... Miremos algunos casos en la Escritura de personajes que se encontraron con Dios, y tuvieron esa experiencia de conocerle que volvió tan personal, que ya no era “el Dios” sino “mi Dios” ...   Hoy deseo en el Señor que nos encontremos como estos personajes al Señor haciéndolo tan cerca que se volvió propio... se vuelva el Dios suyo y el Dios mío.

Hoy con un tema con el que creo que todos nos podemos sentir identificados, y considero es una de las cosas que más cuestan en la vida en Cristo: la espera. Por el estilo de vida rápido, no estamos acostumbrados a la espera. Las filas en el banco o en el supermercado son un martirio, el tráfico nos disgusta en fin... nos gustan las cosas instantáneas... Así creo que nos pasa en la vida espiritual, esperamos que los procesos y pruebas pasen ya... Acompáñame a ver en la Escritura, ¿qué beneficio tiene la espera?...

¡Este es el primer episodio de piedra sobre piedra! Un espacio en que anhelamos edificar y reconstruir con el mensaje práctico de la Palabra del Señor los muros de nuestra vida que  se habían destruído por vivencias que nos marcaron. Es ser restaurados piedra sobre piedra. Hoy quiero platicar sobre el cómo ser restaurados es un proceso en donde el trabajo paciente de Dios nos quiere llevar a ser transformados a nuestra mejor versión. Espero que este episodio sea de bendición y edificación.